domingo, agosto 23, 2015

37. Capítulo final

48ª Semana (27 al 30 Julio 2015)

"Au pair", "Nanny", "Babysitter", llamalo "X", pero con letra mayúscula, pues en la vida había trabajado en algo que fuese tan exigente, ni tan duro; pero, bueno, ya no me quedaba nada para terminar y, para qué engañarnos, me moría de ganas. Sí, claro que en algún momento, echaría de menos al pequeño demonio, pero también echaba de menos mi vida personal que, desde luego, ese trabajo me había arrebatado casi por completo.  

La semana, aunque corta, fue intensa, por lo que tuve 3 días finos filipinos, a cuál más agobiante. Fue la semana de las Olimpiadas del Caos:

 - Medalla de BRONCE al Lunes: Con una mañana poco prometedora en el zoo, la tarde me deparó una carrera a contrarreloj para conseguir finiquitar una serie de asuntos pendientes antes de que plegasen:

  • Cerrar la cuenta bancaria y transferir el saldo restante a mi banco en España:
    En realidad no fue nada complicado, me quitaron mi tarjeta y, en consecuencia, ya no podía acceder al e-banking, no me dieron ningún papel cómo que la cuenta se clausuraba y que el dinero se transfería... Eso sí, la chica era un encanto y yo después de preguntar si me tenía que dar algún papel y ella negar con la cabeza, me lo creí como una pava, hasta que 5 minutos después, en medio de la calle, se me encendió la parte racional que aún funcionaba en mi cerebro y me mandó a buscar algo que justificase que alguna vez en la vida tuve dinero allí. Otro chaval, con la misma amabilidad que
     la anterior, me dio una fotocopia del papel que ellos mismo se quedaban como que se cerraba esa cuenta y se enviaba el dinero, con una gran pega de la que me dí cuenta cuando todo empezó a desmadrarse en España: ¡NO PONÍA MI SALDO! Yo que tenía una idea aproximada, me empecé a rayar en el momento en el que tras una semana de espera, el dinero no llegaba. ¿Cómo demonios iba a demostrar yo que era justo esa cantidad la que tenía, sin contar, por supuesto, con el tipo de cambio?
    Fui al banco español para saber si tenían constancia de una transferencia pendiente de llegar. Pero, por supuesto, no la tenían y su solución fue la más pobre que me podían dar: llamar yo misma a Suiza, con el pastón que eso conllevaba, para preguntar... Gracias, banco de mier.. por tu, como siempre, útil cooperación. Olvídate de seguir jugando con mis ahorros en cuanto se acabe el plazo fijo ¬¬
    Tras una llamada de 10 minutos, la chica del banco suizo me dijo que tardarían un par de días más, pero que llegaría, no sin antes hacerme un interrogatorio de 3er grado, que poco más y ya no sabía si estaba hablando con mi ex banco suizo, o con la CIA.
    El desenlace, gracias a Dios, fue feliz, mi pelo casi se vuelve blanco, pero fue feliz, pues tras casi 2 semanas de espera, me llegó todo con una perdida de 60 euros y un tipo de cambio bajísimo, pero teniendo en cuenta que llegué al punto de pensar que jamás volvería a ver aquello que tanto sudor me había costado ganar, tampoco me importó.
  • Preguntar por qué el segundero del reloj nuevo de mi padre no funcionaba:
    Se agradeció que la respuesta fuese tan sencilla y rápida como que en las tiendas lo paraban a propósito para ahorrarle batería al reloj. ¡Fiuuuu!
  • Disfrutar del lago por última vez mientras devorábamos comida para llevar:
    Sin duda, mi actividad favorita del día, de no ser porque 30 minutos después de sentarnos, llamó mi jefe para...
  • Enseñar el estudio por 51ª vez en ese mismo momento:
    En realidad el error fue nuestro por no haber dejado todo recogido y simplemente haberle dado la llave a mi jefe para mostrarlo él mismo; en su lugar tuvimos un viaje en taxi de lo más peculiar. (LEER "Anécdota")
 - Medalla de PLATA al Martes: Ese día empezó fuerte desde el principio, con la llamada de la empresa de envío de la maleta para comunicarme que, por supuesto, mi paquete no andaba por Jamaica, como yo suponía, sino en la misma Zúrich, atascada en una oficina, mientras se llenaba de polvo porque la estúpida, no tiene otro nombre, que imprimió los papeles, no los rellenó con mis datos que aparecían en el email que le reenvié. ¡¿En qué cabeza cabe que mi maleta podía llegar a su destino sin los datos básicos?! Dios, qué paciencia...


Para quitarle hierro al día, esa mañana también me sucedió algo divertido durante mi excursión al parque de Zürisee y es que siempre había por la zona muchas guarderías con otros niños. Mi G que, de un tiempo a esa parte, se había vuelto la nueva Pelé con el balón, lo mismo que la nueva Bonnie (Bonnie & Clyde) por su maneras de mangárselos al personal, terminó atrayendo a un par de niñas de una guardería hispano hablante, que poco después se convirtieron en media docena cuando descubrieron que yo era española. En 5 minutos me convertí en la "líiiiiiider" de aquel séquito que me perseguía, mientras yo perseguía a G por todo el parque. Lo más divertido fue cuando visualicé la panorámica que debían tener las cuidadoras, cuando en una de esas, mi criatura se escondió tras un arbusto alto, con todas las niñas detrás y medio cuerpo mío sobresaliendo como el típico: "Hola, soy un camello, tomad niños estos caramelos".

Por la tarde, sin comerlo ni beberlo, al abrir la puerta de mi estudio que, como no podía ser de otra forma estaba patas arriba porque habíamos empezado a recoger, me encontré a mi casero, llave en mano y seguido de la misma secta de 6+1 que fue a ver el piso la última vez. Me quedé en plan, "Eh, ¿hola? Vienes a mirar si hay desperfectos o cómo" Pues no, el tío venía como Peter por su casa (nunca mejor dicho, ese era su nombre), sin avisar ni hostias, a lo español, a enseñarles el preparadísimo estudio para una exhibición porcina. Con una vergüenza insoportable tuve que ver como 7 desconocidos irrumpían durante mi tiempo libre en mi hogar para supongo plantearse si era espacio suficiente para las fiestas que se iban a organizar allí de ahora en adelante. La sóla idea me entristeció, seguro que no más que al casero que, en verdad, era demasiado bueno como para decir "no"; pero ver mi ex-casita destrozada me hacía daño hasta mi.
 - Medalla de ORO al MIÉRCOLES: 

  • Trabajar y despedir a mi familia de acogida
  • Organizar con la agencia de mensajería la recogida de los papeles para reenviar la maleta
  • Dejar el estudio totalmente impoluto para que el casero diese el visto bueno y le devolviese la fianza a mi padre de acogida
  • Tirar todo el reciclaje
  • Comer como si no hubiese mañana el resto de mi comida y la de mi familia "de alquiler"
  • Hacer mi foto de despedida
Esa era mi lista de tareas, claro que por cada una de ellas, hubo algo que las hizo harto complicadas:

  1. "Será un momentazo" dijeron, y ya lo creo que lo fue... Con todo el tema de las maletas, yo andaba esperando la llamada de la agencia para decirme la hora a la que se pasarían a dejar la maleta para luego recogerla (cosa que después de hablar con cabeza, se quedó en un "deja la maleta donde esta y recoge los papeles de mi casa, que traer la maleta pa' na es tontería". ¿Qué pasó? Pues que mientras los padres de G metían las cosas en el coche y la cría se quedaba conmigo en la casa, sonó el teléfono, lo cogí y en ésto que no hay manera humana de que no pase algo con la niña si estoy haciendo otra cosa que no sea vigilarla, y se metió un buen tortazo de despedida contra el suelo (suerte que había alfombra para amortiguar un poco), pero la madre que justo entraba por la puerta y que a esas alturas seguía sin aprender, pero que lo aprendería a base de bien cuando se tuviesen que encargar ellos, que los niños se caen, ¡JODER YA! (Que no se cuántas veces lo he dicho en este blog); lo vió todo y tras las palabras de siempre y unos minutos de rencor silencioso, estando todos listos, se despidieron de mí. El monito sin enterarse mucho de que iba la moto, el padre de forma familiar y la madre con más pena que gloria, mientras que yo lo hacía con una sonrisa en la boca. Había que ser felices, no jodas, todos íbamos hacia lo que queríamos, "Tú a Londres y yo a California", bueno no, pero casi.
    Además, qué coño, si alguien se puso realmente triste al despedirme, fue la buena mujer de la limpieza con la que compartí algunas confidencias, un sol eslovaco.
  2. Después de la partida, me tocó resolver lo de la maleta, como Dios mandaba, dado que tras la caída de la niña tuve que colgar precipitadamente. Todo parecía resuelto cuando me dijeron que de "15 a 18h" alguien vendría a recoger mis papeles. Pero, ¿qué pasó? Que pasaron de las 18h y tuve que volver a llamar para enterarme de que la orden había sido bloqueada y que emitirían una nueva. Al borde del infarto porque, de no resolver aquello esa tarde, estaría bien j...., se ve que se pusieron las pilas tras mi millonésima llamada y los recogieron media hora después.
    Aunque la cosa no acabó ahí, pues resultó que la maleta llegó antes que yo a mi casa cuando en realidad la esperaba para la semana siguiente. Cuando me llamaron para comunicarme que nadie había recibido el paquete (no había nadie en casa), me temí lo peor: de vuelta a Zúrich, pero oye, que no, que tuve, por fin, algo de suerte, y la maleta sólo estaba estancada en el aeropuerto español, ¡madre mía!
    También tuve problemas para abrir el maldito candado chino, pero eso ya era otra historia poco relevante.
  3. Digamos que el tema de dejar el estudio como nuevo, el reciclaje y otras chuflas generaron muchos conflictos entre mi novio y yo. Yo necesitaba la perfección y él se conformaba con un "el casero no se va a dar cuenta de si el suelo está sucio ahí" o si el congelador tenía un bloque de hielo más grande que el iceberg que hundió el Titanic. Pero nada que no se pudiese resolver con una tanda de besos posteriormente.
  4. Lo de la comida a cascoporro sí que fue de delito. Tener que deshacernos de mucha porque no podíamos acabárnosla toda, nos llevó a tener que tirarla a la única súper bolsa especial de basura que teníamos hasta que llegó al extremo de parecer la roca que perseguía a Indiana Jones y ahí ya podías ser tú bueno al "Tetris", que no había manera de meter ni una cerilla más. Así que tuvimos que meter el resto en una bolsa normal y tirarla a una basura pública a la mañana siguiente cuando fuésemos a coger el tranvía de camino al aeropuerto (que también casi nos dio un disgusto cuando, en todo el año que llevaba allí no vi semejante cosa como que se quedase nuestro tranvía y otro que venía en la dirección opuesta, bloqueados en una curva en el que "ni comían ni dejaban comer", ninguno de los dos. Inaudito, vaya.)
  5. Y para rematar la faena, se me antojó que no dejaría Suiza hasta que me hiciese una foto al estilo #followmeto como despedida. Me daba igual tener una sóla hora antes de que el casero revisase desperfectos y que los tranvías nos fuesen a llevar 50 minutos de ida y vuelta, que tuviese que pagar 2 tranvías para una sóla foto, que fuesen casi las 8pm y que el tiempo fuese, cuanto menos, deprimente. El caso es que el resultado fue mucho mejor de lo esperado, y ahora sí que me podía ir tranquila y satisfecha de vuelta a mi hogar.

A los días de volver, el destino hizo su parte y entonces comprendí que toda esa experiencia había sido el entrenamiento y el preludio de algo increíble, algo que toda mi familia llevaba 25 años esperando, la llegada de un nuevo miembro, me iba a convertir en tía. ¡Felicidades pareja! y ¡Hasta pronto, Zúrich!
NOVEDADES DE LA SEMANA

1. Anécdota:

En todas las veces que mi novio había venido a visitarme había conocido a G, a mi padre de acogida, a la abuela suiza, a muchos de mis amigos y hasta el mejor amigo de mi jefa, pero nunca a ésta última, al menos, no literalmente. Y digo literalmente porque el lunes de esa semana, casi se produjo el encuentro cara a cara. La cosa no fue tan simple como que uno de los dos no se presentase, sino que estando en el mismo taxi, le fue totalmente imposible verla. 
Nosotros llegamos cuando mis jefes estaban ya dentro de uno con las ventanillas tintadas. Ella sentada tras el asiento del copiloto, mirando su teléfono cuya luz se reflejaba en aquellos cristales negros, él en el asiento de en medio, yo tomé el asiento trasero restante y mi novio no tuvo más remedio, o mejor dicho, la gran suerte, de quedarse en el delantero. Digamos que la situación era  un tanto incómoda pues la decisión de acoplarnos al taxi a última hora fue mía, aunque tenía un buen motivo: nueva visita al estudio cuyo estado era, para variar, de asco-pena y había que recogerlo para que lo alquilasen de una maldita vez y no tuviese que aguantar la chapa de mis padres postizos por ser una cerda descuidada. Entre que andábamos más apretados que las mallas de Falete, que el taxista dió más vueltas que un tornillo de rosca y que a mi jefa le dió por buscarle las cosquillas a mi pareja por rechazar una cena conjunta (Porque, como dijo él, ¡¿cómo osaba el novio gitano de su esclava rechazar su cena pagada?!), eso se convirtió en un viaje memorable de 30 minutos y 35 CHF. A la salida tampoco la vio porque en cuanto llegamos, los dos echamos a correr hacia el estudio para arreglarlo en los 5 minutos antes de que llegará el interesado (que al final resultó que ya estaba allí y era un grupo de 6 personas...). Así pues la cosa quedó igualita que en esas películas donde al malo nunca se le veía la cara. Simplemente, HILARANTE.

2. Comidas/bebidas nuevas:

 - Helado "Magnum Pink Raspberry" 
 - Helado "Mövenpick - Maple Walnut"


3. Lugares visitados:

 - Establos y alrededores del restaurante "Adlisberg"
 - Puesto de comida rápida tailandesa "Kaimug box" (En Löwenstrasse)
 - Un taxi suizo 
4. Mis favoritos:

 - Helado "Mövenpick - Maple Walnut"
 - Coco natural "Coop"

5. Película de la semana:

 - "Tusk" NOTA: 5 (Le doy esa nota por el conflicto de emociones que me hizo sentir, aunque, por otro lado, su incoherencia y originalidad la hacen digna de ser vista)
MORALEJA: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". No lo hagas, es un consejo propio y del Ministerio de Sanidad.
Si os planteáis ser au pair, hacedlo sin leer demasiado por internet porque, o bien, os lo pintarán demasiado bonito, o, por el contrario, como algo nefasto; si de verdad, es algo que queréis hacer, simplemente hacedlo y sed vosotros mismos los dueños de una opinión propia.

"No te dejes esa espinita clavada toda la vida y haz todo aquello que tengas en la cabeza. No dejes de hacerlo por el qué dirán o porque ello suponga ir marcha atrás, porque un día, esa experiencia y ese aprendizaje será lo que marque la diferencia entre tú y esa persona que por conformismo nunca conoció la autorrealización." La que escribe este blog y que os desea toda la suerte del mundo en vuestros futuros proyectos.

Dedico este pequeño diario a mi familia, que desde un principio ha estado ahí para verme caer y levantarme. Pero sobre todo dedico esta última entrada a Cris y a Fredy por brindarnos a todos, al fin, una buena noticia, la mejor que podiamos tener. GRACIAS