domingo, julio 19, 2015

35. Recuerdos de fieltro

46ª Semana (13 al 19 de Julio 2015)


¡Los sábados no se hicieron para trabajar! Y menos cuando después de la sofocante ola de calor que ahogaba a media Europa, daba un respiro con unas lluvias torrenciales, que ni el indio más rústico había presenciado en su vida.
Entre canciones "Rabiosa"s y "Loca"s, tachaba mis días, sin poder llevar a cabo mis tareas pendientes (papeleos, deshacerme de cosas que no podía llevarme por el tamaño microscópico de las maletas estándar...) por culpa del absorbente trabajo. Seguía sin tener mis nóminas y mi carta de referencia a pesar de haberlas hecho yo misma y eso me enervaba, MUCHO. Imprimir, sólo dale a imprimir y luego echa un garabato!!!!!

Las excursiones de la semana se resumían en una cosa: ZOO. Con la excusa de que la niña lo echaría mucho de menos cuando se mudasen, me hacían ir a él día sí, día también; con el poco aprecio que les tenía a los lugares con animales encerrados que se utilizaban únicamente para el entretenimiento y disfrute de los cromañones humanos, entre los que ahora mismo, me encontraba (por obligación). Podéis reíros, pero cuando la gente me preguntaba cuántas veces había ido a éste a lo largo del año, sabía que mi respuesta aproximada de 200 (mañanas y/o tardes), no era ni mucho menos una exageración, y eso era desesperante.

No llegué a comentar la semana pasada cómo fue la fiesta de mi padre de acogida. Fue estupenda si tu nombre no era el mío, claro. En cuyo caso, te encargarías de coordinar a todas las personas que desconocías para que la sorpresa no fuese un desastre, apenas verías la comida, deberías perseguir a una niña que sólo quería estar con sus padres y te llevarías bronca porque un gato le hiciese un arañazo de lo más superficial a la cría (menos mal, que los invitados sabían que si espachurras a un gato, al final éste se cabrea. "De la experiencia se aprende", decían, pero siempre estaba la que no aprendía que a los niños les pasaban cosas). Al final me fui sin probar la tarta y me tocó poner a G a dormir entre los ya habituales sollozos nocturnos. Menos mal que andaba cargada de paciencia ese día y la dormí en mis brazos.

Para ser honestos, la veía más receptiva en según que cosas, lo que hacía más fácil mi tarea, a excepción de la comida, que otra vez volvía a ser una auténtica pesadilla y más ahora que comía en su sillita sin la retención con lo cual no hacía más que pasearse por toda la casa. Y eso que decían que comer andando era malísimo... Vamos, que fue peor el remedio, que la enfermedad. Claro que sólo yo tenía prohibido el uso del móvil porque, mágicamente, los dibujos y móviles de sus padres no tenían los efectos nocivos de los míos... Y así lo pude comprobar durante 3 días seguidos...¡Ejem!

También me tuve que enfrentar a la ardua tarea de evitar que a la niña le picase una abeja o avispa en un parque que no tenía hierba, sino a cientos de aquellos bichos con el culo en pompa para ver si alguien caía encima; hacer el sprint más rápido de mi vida con un vestido largo y sandalias para impedir que un columpio le diese en todo el melón; pelearme con ella a diario para lavarle los dientes (joder, es que era increíble lo poco que le gustaba la higiene a esa niña), intentar que la casa de mi familia pareciese un modelo de la revista "Casa Viva" con el torbellino dejando devastación a su paso; ayudarles a preparar las cosas para la mudanza (Donando cosas, tirando otras, subiendo otras al trastero...) Sólo diré que la habitación de G pasó de parecer un campo de batalla, a una de esas habitaciones acolchadas de hospital psiquiátrico donde no hay nada más que blancura por doquier. Ojalá hubiese estado así todo el año, hubiese sido una bendición visual, total, a la niña le dabas un globo y se podía pegar con él más tiempo que con cualquier otro juguete que jamás hubiese tenido.
Eso sí, durante la limpia pasó algo muy decepcionante. Entendía que se tuviesen que quitar la mayor parte de cosas, pero que no se quedasen con lo único que podía recordarle a G sobre mi (un nubecita de fieltro que le hice antes de venir), me rompió el corazón en mil pedazos. Además, lo escondieron para que no viera que lo estaban donando... Como no quería generar una situación incómoda, me límite a aprovechar uno de los momentos en los que ninguno de los padres estaba en el piso para rescatarla y llevarla conmigo de vuelta a España. Si para ellos no era importante, para mí sí que lo era, me iba a recordar mi periodo aquí, todo lo que había aprendido sobre bebés y cómo el día que me convirtiese en madre estuviese donde debía estar; y ese recuerdo en tela, esa experiencia, no se la iban a dar a nadie, mientras viviese.
Durante mi tiempo libre, probaba los lujos suizos (ir al cine), me despedía de mi amiga aussie, acudía a una nueva barbacoa, vendía mis llamativos zapatos de tacón con cierta pena, me desesperaba al ver crecer la capa de mierda en el suelo de mi estudio (es lo que tenía no disponer de un aspirador propio, que esperaba hasta que la vida humana se hiciese imposible para transportar el bicharraco succionador desde la casa de mi familia de acogida a mi estudio), pero sobretodo, vivía mis días más feliz porque, aunque nunca hubiese estado sóla, ahora me sentía más arropada que nunca.

NOVEDADES DE LA SEMANA

1. Anécdota:

No entendía nada. Era la tercera visita de mi novio a Zúrich y la niña había tenido sentimientos totalmente contradictorios durante cada una de ellas:

Primera: Timidez y pasotismo
Segunda: Enchochamiento
Tercera: Manía

Y es que, sin comerlo ni beberlo, si alguna vez, mi pareja nos acompañaba a los paseos rutinarios, la niña se ponía como una loca si él me ayudaba empujando el carrito, me daba la mano o sostenía mi bolso. ¿La razón? Inexplicable. Teniendo en cuenta que durante la segunda visita, no hacía más que ir con él, pensaba que en esta tercera estaría súper feliz de volver a verle. Luego, tenía sus ratos simpáticos de reírse con él, pero si de algo me había percatado era que se había vuelto una posesiva con sus cosas de agárrate y no te menees, entre las que yo me encontraba.
Y en uno de sus ataques de ira rabiosos, nos olvidamos su muñeco y un bolsito en medio del bosque. Cuando quisimos darnos cuenta, ya estábamos prácticamente fuera de éste y como yo era muy testaruda y muy responsable, nos obligué a los 3 a volver a buscarlos sin saber muy bien por dónde, por no comentar que no estábamos muy seguros del camino por el que habíamos ido y que era todo una maldita cuesta arriba infernal. Al final, los encontramos intactos y todos pudimos volver, sudando, sanos y salvos a casa, con la tarea por delante de preparar unos calamares rebozados.

2. Comidas/bebidas nuevas:

 - Bayas de Goji
 - Barritas de cereal de trigo integral "Weetabix" con leche y Nesquick


3. Lugares visitados:

 - Cine "Corso" - "Jurassic World"
 - Cementerio Fluntern
4. Mis favoritos:

 - Pizza Mozzarella "Finizza" (Migros)
 - Chai Latte instantáneo "Chai Experts - Indian Spiced Tea"
 - Smoothies de todo tipo (¡Viva el cóctel de vitaminas!)
 - Cine "Corso": Mi primer y último cine en Zúrich (Los lunes es más baratos-15 CHF, frente a los 20 CHF del resto de la semana, sin palomitas ni na'. Recomendación: Ir al "Coop" y comprarlas por menos de 1 CHF la bolsa)

5. Película de la semana:

 - "Jurassic World" NOTA: 8 (La película es muy entretenida, visualmente y en 3D impresionante, ahora que hay muchos "¿Por qué?" en toda ella, cómo el ¿Por qué no te quitas ya los tacones, bonita, que estas a punto de correr los San Fermines y vas a lo "antes muerta que sencilla"? Le doy esa nota porque tiene un significado importante en mi relación y porque han recuperado el sonido de los Velociraptores originales, cosa que se agradece infinitamente)
 - "Horns" NOTA: 8.5 
MORALEJA: ¿Por qué me sorprendía verles dando mis cosas a otros cuando yo fui la primera en aceptar los regalos que otros les habían dado?
Las personas que visitan mucho el Zoo de Zúrich corren el riesgo de transformarse en pavo real y asustar a los demás visitantes. Andad con cuidado.
Cuando veáis que vuestros padres de acogida hacen algo que a vosotr@s os han prohibido expresamente, abrid la llave del gas y encended una cerilla, o, mejor, joderos en silencio y respirad muy hondo, será mejor que acabar la experiencia en una cárcel suiza, espera, ¿qué?

"Conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar" - William Shakespeare

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