domingo, febrero 01, 2015

17. En busca de la disciplina, el lenguaje y la paz mental

22ª Semana (26 de Enero al 1 de Febrero 2015)


Soy una persona extremadamente ordenada, siempre que tengo tiempo, claro. Pero hay veces en las que me decido a arreglar una habitación hasta el más mínimo detalle a un nivel superior al normal. Descubrí, hace tiempo, que hacía estas cosas cuando me encontraba en situaciones difíciles en la vida o que no sabía manejar, no hacía otra cosa que arreglar internamente el caos que fuera mi vida en ese momento. Y, sorprendentemente, ahora no estaba en uno de ellos, todo parecía estar en calma. Relativamente.

En el trabajo, la G. rebelde había vuelto: escalando por la trona para subirse a la mesa del comedor, trepando por los libros del salón para alcanzar la ventana que por suerte siempre está cerrada, subiéndose al mueble de la televisión para agitarla cual maraca, haciendo el baile del Sambito cada vez que tenía que cambiarle el pañal y montando algún circo público ocasional al que yo ya estaba más que curada de espanto. Y en esas que el lunes me gané las miradas de desaprobación de 3 madres al dejar llorar a la niña porque quería que le devolviese una bayeta de cocina sucia y mojada. ¿Hola? Cuando se lo conté al padre, me dijo que no me preocupase que aquí era muy normal encontrarse las típicas madres que van corriendo a coger al niño cuando empieza a llorar. Así salen, que de tan mimados, se vuelven insoportables.
Pero ese día también conocí a un padre y su hija que habían venido desde Nueva York para quedarse. Eran adorables y ¡buscaban au pair! Fue curioso porque la casualidad quiso que me los encontrase 2 veces aquel día. Sinceramente pienso que el destino me estaba diciendo que podía ayudar a una amiga a encontrar trabajo y a él a tener una nueva au pair, sólo que yo, por aquel entonces, lo desconocía.

El martes, visto que el desmadre era absoluto en algunos aspectos con la niña, opté por empezar a entrenarla para que dejase de tener rabietas o comportamientos inadecuados, así que cuando yo decidí que era el momento de ponerle el abrigo para salir a la calle y ella se retorció, una vez más, cual anguila, cogí y tiré el abrigo al suelo, le dije "Ahí te quedas" y empecé a marcharme. ¿Y sabéis qué? Cogió su abrigo y decidió que quería venir conmigo y, desde ese momento, todo empezó a ir bien. No es fácil ser dura en algunas aspectos porque sigue siendo una niña, pero hay que tener claro que ésto es lo correcto. En la vida nada se consigue a base de rabietas y es mejor aprenderlo lo antes posible.

A mitad de semana, empezamos sus clases de pintura o como a mi me gusta llamarlo "Aprende a mortificar a tu au pair". La clase consistía en que no apartase la mirada ni un segundo de G. para que ésta no pintase la pared, el dibujo de otro niño, metiese el pincel en el color incorrecto, no se mezclasen los colores, no se ensuciase la ropa, no huyese de la clase para ir a la sala de al lado donde otros niños jugaban. En resumen, un primor al que no puedo esperar volver la semana que viene. Eso sí, el cuadro que se clavó, no tiene precio, los colores elegidos: azules, verdes y blancos estaban usados en armonía, fuera de coñas, esta cría era un Picasso. 
Para rematar, perdí uno de los guantes que mi madre me dio antes de regresar a Zúrich. El disgusto, como os podéis imaginar, fue supremo, no sólo porque estaba condenada a perder esa mano sin protección, sino por el valor sentimental que tenía para mí y es que perder algo siempre lo vinculaba a una pérdida real, como algo que no me podía permitir. Supliqué el poder encontrarlo y volviendo por el mismo camino lo vi, ahí solito, en medio de la calle. Los ojos de me anegaron en lágrimas de emoción.

Esa semana también aproveché para tomarme enserio el enseñar a hablar a G., empecé por algo que consideraba útil y necesario: "Agua" y poco a poco, con mucha paciencia porque una niña trilingüe lo tiene más difícil que el resto, iría enseñándole otras palabras, intentando dedicarle un tiempo a ello todas las tardes.
También empecé a organizar quedadas con una chica escocesa que cuidaba a una niña de la misma edad para que empezase a socializar con otros niños, pero estaba claro que el pequeño tsunami sentía predilección por jugar con los varones, cosa que era divertidísima de ver porque juraría que ya sabía hasta flirtear, vamos, un peligro.
Con mi host family estaba en perfecta sintonía, decidí mostrarme más comprensiva y flexible para cosas que antes, quizá, no lo había sido tanto, y eso me trajo otras estupendas en retorno como un fin de semana dedicado por entero a mi misma.
Y, por último, tuvo lugar esa charla que tanto necesitaba sobre temas oficiales y que no había hecho más que retrasar constantemente por miedo a no saber explicarme bien o crear algún tipo de tensión. Pero todo salió perfectamente y pude liberar, al fin, mi mente de esas moletas preocupaciones que me habían asaltado desde antes de mis vacaciones navideñas, fijaos si habían macerado dentro de mi cerebro.
Ahora sólo faltaba que la zor.., digo, snob de la vecina que vivía abajo dejase de hincharme el "toto" con su ridícula propuesta de subirme el carro 2 veces al día, 2 pisos a pulso... 
¡El que no tiene que hacer, con el rabo mata moscas!
NOVEDADES DE LA SEMANA

1. Anécdota:

Mi fin de semana fue extraordinario, pues a falta de haber sabido antes que tendría dos días de fiesta, pude descansar como hacía tiempo no lo hacía, pero no sin antes tener uno de mis múltiples brotes de locura porque se me ocurrió la feliz idea de que no quería estar en otro sitio que no fuera en los brazos de mi pareja y así fue como descubrí lo injustas que podían llegar a ser las compañías aéreas que, o me dejaban en tierra por no comprar el billete con la antelación suficiente, o me querían robar todo lo ahorrado hasta ahora, soportar una escala de 7 horas y poder estar con él a lo sumo medio día. Pero como no vivimos en una comedia romántica, ni yo iba a hacer un sacrificio económico de tales dimensiones, ni padecía la esquizofrenia suficiente como para montar un chocho en el aeropuerto para que me dejasen subir en el avión, dí mi plan por perdido Las opciones de bus y tren eran totalmente inviables:  30h de viaje, ¿Estamos todos locos? ¿Qué hace la gente cuando tiene un evento repentino en su vida y debe viajar en menos de 24h? No teeeeengo ni idea. Sólo sabía que había pasado de pensar que me iba a comer el mundo esa noche, a querer desesperadamente estar en Vilna y, finalmente, a querer llorar por las esquinas y es que cuando se me metía algo en la sesera, tenía que hacerlo y lo menos busqué y busqué más maneras de llegar hasta él, dedicándole más tiempo que el que le dedica un físico a descubrir el origen del universo. Si esto no es amor, que baje Dios y lo vea.

2. Comidas/bebidas nuevas:


 - Köstliche Zigerkrapfen "Honold"
 - Yuzu Cake "Yoojis"


3. Lugares visitados:

 - Clase de pintura en GZ Schindlergut (Kronenstrasse 12)

4. Mis favoritos:

 - Köstliche Zigerkrapfen "Honold"
 - Té inglés con leche (No se pueden olvidar las viejas costumbres)
 - Crema de setas
 - Mi propia raclette de queso (Me compré la máquina por sólo 14.95 CHF en "Media Markt". Será mi souvenir de mi etapa suiza)

5. Película de la semana:

"The nanny diaries" ("Diario de una niñera") NOTA: 7 (Pero un 10 en apoyo moral. Llegué, incluso, a sopesar verla cada noche antes de dormir)
MORALEJA: Aunque esta semana pareciese difícil, lo cierto es que fue una de las mejores que he tenido desde que estoy aquí: se resolvieron mis preocupaciones, había evoluciones y el buen rollo era sobresaliente. Elegir los retos bien es importante y llevar una sonrisa en la manga siempre trae buenos resultados.

"Challenge accepted!" - Barney Stinson, "Cómo conocí a vuestra madre"

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